3 Johns eating grasshoppers to change the world

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C

ada mañana madrugo, preparo mi café, paso un tiempo devocional de oración y reflexión, y me siento a escribir. Escribo mis meditaciones bíblicas, escribo para proyectos futuros y escribo para este blog.

Escribir es un ejercicio solitario. Es más fácil escribir cuando no tengo a nadie alrededor. Y dejo de hacerlo cuando la familia despierta para comenzar la jornada diaria.

Cada artículo que escribo es emocionante. Son los artículos que a mí me gustaría leer en la Internet, pero que no muchos se han dado a la tarea de publicar. En un sentido, escribirlos satisface un interés tal vez egoísta de mi parte.

Pero escribir puede ser un ejercicio de soledad. Cuando dedicas tiempo para enviar tu mensaje y no oyes nada de vuelta, te comes los grillos del silencio y te preguntas si vale la pena moler tanta piedra, o si alguien está escuchando al otro lado de los unos y los ceros. Cuando esto sucede, me acuerdo con frecuencia de Juan el Bautista.

Juan el Bautista

Juan, el hijo de los sacerdotes Zacarías y Elisabeth, comenzó su ministerio en la soledad del desierto. Me imagino que sus primeros sermones se los predicó a las piedras:

Porque les digo que aun de estas piedras Dios es capaz de darle hijos a Abraham.

Mateo 3:9b

Después le hablaría a los saltamontes antes de comérselos: “Chapulín malvado, no te arrepentiste ni te siguieron los buenos, ahora recibe el juicio del Señor.” Miel y ¡crac!

Algún viajero de paso le notaría desde el camino y le habría comentado a un amigo al llegar a la ciudad: “He visto al ser más raro que jamás haya visto: un vocinglero desgreñado, vestido con piel de camello y calzones de cuero, como el ranchero.”

Al paso del tiempo, le identificaron con las historias que habían oído del antiguo profeta Elías y muchos salieron a oír la “voz de uno que grita en el desierto” (Mateo 3:3).

Para quienes en verdad escucharon, la vida les dio un vuelco. Sepultaron el antes en el verdor del río Jordán y renacieron al después en la pureza de una vida nueva. Por eso le llamaron Juan el Bautista. Comenzó comiendo chapulines pero transformó al mundo anunciando a Cristo.

Juan el bloguero

Conoce a mi amigo Juan. Él es pastor de una congregación pequeña en el medio de ninguna parte. Ejerce su ministerio con fidelidad y pasión. Sabe que lo que tiene es poder transformador, pero las piedras tienen las mismas caras y los grillos el mismo cricrí.

Aun así, Juan es profeta de su generación. Ha visto lo que el poder del evangelio puede hacer en la vida de una persona, y de dos. Que puede haber un antes y un después. Él quiere que muchos más sean impactados por las buenas noticias, ¿qué consejo le darías?

Yo le diría que grite más duro. Que deje colar su voz auténtica en el desierto del bullicio moderno con todos sus observadores transeúntes desconfiados. O sea, que comience un blog. Que se convierta en Juan el bloguero. “¡El mundo necesita que le cantes las verdades, Juan!”

Juan el citadino

Hablando de cantantes, algunos tal vez recuerden a Juan, no el bautista, ni mi amigo pastor, sino el pródigo. El que sacó su herencia antes de tiempo para despilfarrarla en los placeres pasajeros (Lucas 15:11-32).

La historia de Juan es muy triste al principio pero tiene un final feliz. Pensó que iría a la autorrealización, pero aceleró su fortuna para llegar a la ruina. Bajó tan bajo, que llegó a las aguas verdes del chiquero de los puercos y sólo allí volvió en sí. Decidió volver a la casa de su Padre y renació a la pureza de una túnica blanca y un anillo nuevo. Ese es el poder del arrepentimiento.

Seguramente a Juan le había hablado Juan, porque cuando estuvo allí supo exactamente qué hacer. Porque,

¿Cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique?

Romanos 10:14

Yo me pregunto:

¿Dónde está la iglesia profética? ¿La iglesia que bloguea? ¿La iglesia donde Juan alcanza a Juan para hablarle de Juan?

Ocasionalmente, alguien responde a las preguntas de Juan. Lo que comenzó como un ejercicio de solitaria pericia se convierte en un río en el desierto, un movimiento fluido, una conversación continua de temas y comentarios.

Juan el bloguero pasa del monólogo al diálogo. Juan en la ciudad finalmente agarró la onda. Juan el bautista grita ahora pero de emoción.

Quiero que hagas tres cosas:

  1. Deja tu comentario al final de la página. Sólo necesitas poner tu nombre y tu dirección de correo electrónico.
  2. Comparte este blog con tus amigos. Usa los botones de las redes sociales o mándalo por correo electrónico y pídeles que se suscriban.
  3. Responde las siguientes preguntas, no son retóricas, yo espero una respuesta y que podamos iniciar un diálogo.

Y a ti, ¿cómo te van a oír si no les predicas? ¿Cómo estás transmitiendo tu mensaje auténtico en el desierto digital?

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Vladimir Lugo

Technology that releases the power of your mission.

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4 thoughts on "3 Johns eating grasshoppers to change the world"

  1. Ha sido para mi una inspiración leer por más de 7 años tus artículos. Siempre aprendo o trato de aprender algo, no sólo de lo que escribes sino más allá. A veces tengo que pensar mas de 70 veces para saber qué trataste de decirme a mí. Bueno, los chapulines son buenos.

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    1. Lo que dices es muy cierto. Cada vez que leémos algo, necesitamos reflexionar muy bien para descubrir de qué manera nos habla en lo personal y de qué manera nos invita a actuar diferente. Necesitamos hacernos la pregunta: ¿Cuál es la siguiente acción que puedo tomar, aunque esta sea pequeña?

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  2. ¡Qué bueno es aprender de tí!

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  3. Vladimir me encanta leer tus artículos. Son creativos y contemporáneos. Te felicito por esta iniciativa. Es tiempo que la iglesia (particularmente pastores y líderes) se active en las redes sociales para poder ser más efectiva y entendida en los tiempos. Tu blog es de bendición y hoy llegó más allá de las piedras y los saltamontes… Llegó al corazón de alguien de carne y hueso y con un buen pescuezo. ¡Ha!

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